jueves, 20 de diciembre de 2007

"Muchos Más Aspectos Que el Térmico Intervienen en la Dinámica Interna de la Tierra"


Un equipo de sismólogos ha replanteado el modo de ver el funcionamiento interno de la Tierra. De asumir un medio relativamente homogéneo, han pasado a considerar uno que es mucho más dinámico y químicamente diverso. Ellos ven el interior de la Tierra como una compleja interacción de presión, temperatura y química.

El estudio ha sido llevado a cabo por los científicos Nicholas Schmerr y Edward Garnero de la Universidad Estatal de Arizona en Tempe.

Esta visión del funcionamiento interno de la Tierra la describe como comparable en cierto modo a un organismo vivo, y subraya que los eventos que suceden en lo profundo del planeta pueden tener efectos, a veces insospechados, en la superficie.

Este estudio revela que en el manto superior de la Tierra (una zona que se extiende hasta 660 kilómetros de profundidad) la presión y la temperatura no son los únicos actores.

El modelo mas simple del manto (la capa de la Tierra justo debajo de la corteza) es el de una máquina calorífica convectiva. Como una olla con agua hirviendo, el manto tiene partes que están calientes y que ascienden, como en la grieta a mitad del Atlántico; y partes más frías que descienden, como en las zonas de subducción. Ahí, la corteza se "hunde" en la Tierra, mezclándose y transformándose en otras "fases" materiales, como el grafito en diamante.

Gran parte de la investigación pasada sobre la estructura del manto ha interpretado las anomalías en los registros sísmicos como efecto de variaciones térmicas en el manto. El trabajo de Schmerr y Garnero muestra que el interior del planeta es una estructura exótica que va mucho más allá de las corrientes de convección.

Usando ondas sísmicas de terremotos, Schmerr y Garnero localizaron dónde se producen los cambios de fase en el interior de la Tierra. Esto lo lograron buscando dónde las ondas se reflejan en dichas fronteras.

Bajo Sudamérica, su investigación descubrió que la frontera de fase a 410 kilómetros se doblaba hacia el lado contrario al esperado. Según las predicciones barajadas, el manto bajo Sudamérica sería relativamente frío. En una región así, esta frontera a 410 kilómetros debería permanecer inalterada; sin embargo, valiéndose de la energía de seísmos muy lejanos que se refleja en estas discontinuidades profundas en el área, Schmerr y Garnero encontraron que la discontinuidad de 410 kilómetros se hundía significativamente.

Su hipótesis es que concentraciones, ya sea de oxígeno o de hierro, son las responsables de la desviación observada en la discontinuidad.

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