Llegó en una caja. Un aparatito del tamaño de las primeras radios a transistores, y con una antena. Hasta ahí, nada fuera de lo común... hasta confirmar que aquello era un módem.
Sin teléfono, sin cables, sin red local: en apenas cinco minutos, ya estaba habilitada la conexión de banda ancha a internet, a través del éter.
A pesar de estar acostumbrado a los avances tecnológicos, no pude evitar quedarme con la boca abierta.
El alegre beneficiario fue mi sobrino, que se acababa de mudar y ya casi había perdido la esperanza de conectarse a la red por medios convencionales, fuera de su alcance.
Claro que acá no hay nada de magia: todo responde a estrictos estándares técnicos, algunos más universales que otros, y a los buenos oficios de los entes reguladores de telecomunicaciones, que deciden cómo sacar el mayor provecho al espectro radioeléctrico.
En el caso que les contaba, la tecnología es la misma que utilizan los aparatos celulares de última generación o 3G.
También está el Wi-Fi, por "wireless fidelity", algo así como "fidelidad inalámbrica", muy común en cafeterías coquetas, aeropuertos y otros sitios públicos.
Mi primera experiencia con tal artilugio tuvo lugar hace un par de años en Union Square, Nueva York, donde sin pagar un sólo centavo pude conectarme a la internet usando mi pequeña agenda de bolsillo.
De nuevo, me quedé con la boca abierta, incluso al pensar en el tremendo potencial de todo aquello en las poblaciones con insuficiente infraestructura de telecomunicaciones.
Nuevas conexiones
Desde entonces, son muchísimos los ejemplos de cómo el Wi-Fi, la telefonía celular 3G y otras tecnologías similares han abierto un sinnúmero de nuevas posibilidades en materia de comunicación.
Un botón de muestra es el Sistema de Información Agraria del Valle de Huaral, en las afueras de Lima, Perú, integrado por 14 telecentros interconectados por una variación del Wi-Fi, y que beneficia a más de 13.000 pobladores rurales.
Y esto es sólo el comienzo. Ya hay disponibles nuevas versiones de Wi-Fi, conocidas como "WiMax", con mayor alcance y velocidad de conexión.
Los beneficios vendrán con una sabia aplicación de estos sistemas, como ocurre con cualquier otro tipo de tecnología. Pero eso ya corresponde al ámbito político, social, empresarial; en otras palabras, humano.
Por lo pronto, me quedo satisfecho con el poder andar por toda mi casa con la computadora portátil conectada a internet sin enredarme con los cables. Y con la sonrisa cómplice de mi sobrino, que desde su ático en el sureste de Londres se apresta a exprimir al máximo su veloz y etérea conexión a la red de redes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario